viernes, 25 de mayo de 2007

QUE ES UN JOVEN SIN SUENOS?

Desde hace muchos años, mi trabajo con nuestra comunidad Latina me ha dado la oportunidad de hablar con muchos jóvenes, de hacerles muchas preguntas y de escuchar muchas cosas que no esperaba y que son, con frecuencia, difíciles de escuchar. Por ejemplo: cuando estuve trabajando con jovencitas encarceladas por ser violentas, por pertenecer a pandillas por, aparentemente, no importarles las consecuencias de sus acciones, aprendí que en casi todos los casos lo que las había orillado a actuar de una forma tan destructiva era que sentían que no le importaban a nadie y no tenían sueños de un futuro mejor.

Me pregunto y le pregunto a usted: ¿qué es un jóven sin sueños? Es una bomba de tiempo! La juventud es equivalente a la fantasía, la imaginación. Es una fuerza que lo puede llevar a uno a sitios elevados, a lugares a los que nadie ha ido antes. El avance del mundo hasta hoy se lo debemos al empuje de los jóvenes que en los distintos campos han hecho lo que nadie había hecho antes. Su imaginación es como un corazón palpitante que puede darle vida a lo inesperado. Es una energía incontrolable y contagiosa que, inevitablemente, toca todo lo que está cerca de ella. El control y la dirección de esa energía depende de los adultos. No nos podemos hacer más a un lado. No nos podemos dar el lujo de pensar que sin nuestra guía los jóvenes sabrán utilizar esa fuerza y esa energía de manera positiva.

Todos en la comunidad hemos sido testigos de lo que sucede cuando esta energía se desborda por falta de control: encontramos a chicos de 14, 15 años y aún menores matando a otros o arriesgando su vida innecesariamente. Y los padres, ¿dónde están? ¿porqué sienten los jóvenes que pueden hacer esas cosas? ¿porqué no los controlan más? ¿porqué no les ponen atención? Son sólo algunas de las preguntas que escucho constantemente. Y, si todos estamos de acuerdo en que debemos ponerle más atención a los jóvenes, ¿porqué nuestros hijos andan por ahí, juntándose con quienes no les convienen?

Cuando escucha usted a algunos padres decir: “es que no puedo controlar a mi hijo/a” ¿no le da coraje? No se pregunta usted: ¿será que no pueden, o que no se quieren tomar el tiempo y el esfuerzo para controlarlos y que les es más fácil quejarse de lo rebeldes que son, que poner las medidas necesarias? Será que desde que nuestros hijos eran pequeñitos, hemos tirado la toalla para que otros la recojan? ¿Será que nos hemos convertido en una generación de padres irresponsables? Siempre decimos que daríamos la vida por nuestros hijos, pero ¿no podemos dedicarles más tiempo? La excusa de que trabajamos muchas horas y estamos cansados, ya está demasiado trillada. ¿Qué, hace años la gente no trabajaba dos y tres trabajos también? O más bien será que también nosotros los adultos estamos tan metidos en problemas de vicios de toda índole que nuestro enfoque ha cambiado totalmente de educar a nuestros hijos a nuestra propia satisfacción, sea la que sea? Y si no les vamos a educar, me pregunto: ¿para qué queremos tener hijos?

Retomemos las riendas de nuestra familia y la oportunidad de guiar a nuestros hijos y así les estaremos dando la oportunidad a ellos de tener una vida feliz y positiva.

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