lunes, 27 de junio de 2011

LA AUTODISCRIMINACION… UN MAL INNECESARIO.

By Silvia Uribe

Para apreciarnos, debemos saber quienes somos. Eso cae por su propio peso, pero en realidad, apreciarnos tal cual somos puede resultarnos más difícil de lo que creemos, especialmente cuando comenzamos a compararnos con otros.

Y cuando nos comparamos, ¿por qué lo hacemos? ¿Para superarnos? ¿Para alentarnos a nosotros mismos? La verdad es que la mayor parte de las veces en la comparación que hacemos salimos perdiendo porque, de entrada, nosotros nos sentimos perdedores. Con frecuencia escucho “fulanito es muy inteligente y por eso tiene un buen trabajo, en cambio yo…” “fulanita es muy bonita y por eso tiene suerte en el amor, pero yo…”

Muchas veces también escucho a las personas describir a otra comparándose “ella si es muy bonita, blanca, blanca, de ojos azules y rubia, además es delgada y muy alta” y las personas que dicen esto no se dan cuenta que siendo bajitas, morenitas y de ojos oscuros son quizá más guapas todavía. La pregunta es, ¿por qué nos hacemos menos nosotros mismos? ¿por qué hombres y mujeres somos tan inseguros?

Hay familias, por ejemplo, en las que sus miembros son de todos colores y sabores. Unos blancos y de ojos claros, otros morenos claros y otros más obscuritos y alguno por ahí, hasta pelirrojo; unos altos, otros bajitos, de pelo grueso, lacio y negro y otros rubios y de pelo rizado. Todos con características que les gustan y otras, no tanto, pero no por eso se tratan diferente entre ellos, ni se sienten con ventaja o en desventaja en relación a los demás. Cada quién es como es y así se aceptan.

¿Entonces por qué unos se aceptan y otros no?

Es cuestión de lo que se conoce como autoestima y ésta, normalmente, la obtenemos en la casa. Lo que les decimos los padres a los hijos hace, definitivamente, una gran diferencia. Si nosotros como padres les hacemos saber a nuestros hijos e hijas, desde pequeñitos, lo lindos, lo inteligentes y lo hábiles que son – en lugar de compararlos con sus hermanos o con alguien más - y se los repetimos cada que podemos durante su crecimiento, serán personas seguras que no se compararán con nadie. Por otro lado, las imágenes que se ven en los medios también pueden afectar la autoestima de nuestros hijos, si nosotros como padres no les ayudamos a nuestros hijos a analizar lo que ven. En las novelas, por ejemplo, es raro que existan personajes protagónicos que no sean la típica imagen del hombre y la mujer blancos y rubios.

¿Pero es esa una imágen realista? Por supuesto que no. Ni son así todas las personas en nuestros países (más bien son los menos) ni todos son guapos/as (el maquillaje hace Milagros) ni tampoco nacieron con los cuerpos que tienen (casi siempre son fruto de cirujías, dietas extremas y de enfermedades tales como la anorexia)

Y si hablamos de la vida que tienen muchos de esos actores que vemos en el cine y la television, éstas son mucho menos glamorosas de lo que creemos. Llenas de alcohol, drogas y violencia; de depresión y de intentos de suicidio; de aislamiento y soledad. ¿Qué es en realidad lo que les envidiamos? ¿El dinero? Pues si, es cierto, algunos (los menos) ganan muchisimo dinero. Otros, ganan bien y todo lo gastan y otros nadamás fingen que lo ganan y viven de las apariencias y endrogados toda la vida.

Asi que si el león no es como lo pintan ¿porqué nos sentimos menos? Si en este país la discriminación nos afecta a todos, la autodiscriminación nos afecta todavía más, aunque no sea tan obvia. Cuando nos autodiscriminamos, nos estamos prejuzgando y con nuestro ejemplo, damos pie a que los demás nos juzguen y nos rechacen por el color de nuestra piel y por nuestros razgos físicos. ¿No es de esto precísamente de lo que nos quejamos tanto?

Mientras nos menospreciemos a nosotros mismos, los demás nos discriminarán también. Este es el momento de cambiar nosotros y a abolir la discriminación comenzando por nuestra propia casa.



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