Por Silvia Uribe
Las palabras nunca son solamente palabras. Las palabras, aunque comunes, son una forma mágica de comunicar pensamientos que no tienen forma, ni color, ni olor y los convierten en algo concreto, algo que nos podemos imaginar y que casi podemos ver.
Las palabras también visten nuestros sentimientos. Unas veces los visten de gala y otras veces de forma inicua. Nos permiten entenderlos y explicarlos a otras personas y es así como nos podemos identificar con los demás.
Son armas de dos filos. Puedan herir y sanar, hacernos reír y llorar, causar asombro o aburrirnos, hacernos entender o cerrar nuestra mente. Son la llave de oro para conocer lo que las personas tienen en el corazón y sus sueños y sus miedos. Las palabras son tan importantes que aún cuando no se dicen, su ausencia puede delatar lo que se desea ocultar.
Desde luego, estas maravillosas herramientas deben ser utilizadas - como toda herramienta - con mucho cuidado y con responsabilidad.
No se debe hacer sentir mal a alguien y después pretender que solo se trataba de una broma. No se debe hablar con engaño y culpar a la persona por no conocer la verdad, así como no podemos mal aconsejar, o incitar a la violencia y después decir que no era nuestra intención o peor aún, pretender que cuando la violencia brota, no somos responsables de haberla causado.
Nuestras palabras, por lo tanto, deben ser utilizadas con cuidado. Nuestros seres queridos y aquellos con quienes tratamos merecen que nos fijemos como las usamos y que estemos pendientes de lo que decimos y cómo lo decimos. Particularmente, cuando estamos enojados y aunque nos parezca muy difícil, es cuando más debemos controlar nuestras palabras, pues una vez que salen de nuestra boca, su efecto es irreversible. Podrá uno disculparse y nos podrán perdonar, pero las palabras no se olvidarán. Siempre quedan como herencia de amor o de odio, de dolor o de alegría, de violencia o de paz.
Si seguimos este consejo, los principales beneficiados seremos nosotros mismos, pues al final, las palabras dichas a través de la vida, harán que terminemos rodeados de aquellos que nos aman y sintiéndonos muy queridos o solos y olvidados.
Cada quien decide.
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